A primera vista, la escena que se desarrollaba en la pantalla del radar parecía surrealista. El controlador aéreo observaba incrédulo, convencido de que el piloto estaba cometiendo alguna tontería, poniendo en riesgo la seguridad de todas las personas a bordo. Tal comportamiento no sólo era imprudente sino también una grave violación de las regulaciones que mantenían el orden en los cielos. El instinto inicial del controlador fue denunciar al piloto, para asegurarse de que este flagrante acto de irresponsabilidad no quedara impune, especialmente con una cabina llena de almas inocentes.
Sin embargo, a medida que pasaban los segundos, el controlador se dio cuenta de algo. No se trataba de un truco cualquiera; se trataba de un grito desesperado de ayuda. La señal que estaba haciendo el piloto, que alguna vez pareció inofensiva, era en realidad una señal de socorro universal conocida entre los aviadores. La gravedad de la situación se hizo escalofriantemente clara. En un instante, la atmósfera en la torre de control aéreo pasó de ser de molestia a la pura urgencia. Todos los controladores, técnicos y personal de apoyo entraron en acción, listos para guiar la aeronave en problemas de manera segura de regreso a tierra.